La casa del Rey empieza a parecer un reality show picante, lo último, la gracieta del duque en tres palabras, em-palma-do, que suena ordinario, pero es lo natural. Imagínense ustedes, en el palacio de Marivent, en la Cala Major, la playa privada, el yate, el sol, el helado…, y ocurre que las hormonas de la sangre azul empiezan a funcionar como las de los demás. Es verdad que su sentido del humor parece recién sacado de una nevera portátil repleta de tintos de verano en tetra-brick, pero a veces, la realeza no da para mas.
La Psicología social afirma que ironía es sinónimo de inteligencia cuando sirve para resolver conflictos pero cuando se acerca al desprecio es un síntoma de personalidad decadente. Precisamente, esta decadencia, le permite al duque abstraerse de lo terrenal de manera envidiable. En 2003, el verano del empalme, ya tenía montada la estafa del Instituto Noos, pero la actividad, en lugar de causarle la más mínima preocupación, le causaba un relax idóneo para la excitación.
Han pasado diez años, DIEZ, y el Rey, lo castiga con una bobada tras otra. En 2006, lo mandan a EE.UU a ganar un sueldazo en Telefónica, en 2011 lo cambian de lugar en el Museo de Cera, califican su comportamiento de no ejemplar y lo retiran de los actos oficiales. En 2013 lo quita de la página web. ¿Pero por qué lo habían puesto?. Por lo mismo que la reina les prestó apoyo público y después visitó al Rey en la clínica, porque la infanta habló con su padre. Me imagino algo así como: «No es que esté enamorada, pero tú sabes que estoy implicada y como se vea fuera de la Casa va a hablar».
Castigar a Iñaki salvando a Cristina, difícil cuestión.
Tengo una idea ¡que la dejen sin postre!.